
Los miembros de la familia mormona de apellido LeBarón, asesinados en el lado mexicano de la frontera con Estados Unidos, llevan años enfrentados a los carteles de la droga en México.
En la masacre, ocurrida la noche del lunes 4-N
entre los estados de Sonora y Chihuahua, murieron a balazos 9 miembros de esa familia: tres mujeres, cuatro niños pequeños y dos bebés.
Todos eran tanto ciudadanos estadounidenses como mexicanos. Los vehículos en que viajaban fueron emboscados, tiroteados y luego incendiados con las víctimas dentro.
Benjamín LeBarón, un activista contra el
crimen que creó los patrullajes vecinales contra los cárteles en la localidad, fue asesinado en 2009.
Kendra Lee Miller, cuya cuñada Rhonita Maria
Miller murió en el ataque, dijo: “Los carteles se han llevado a demasiados miembros de nuestra familia” y los asesinados el lunes “no fueron los primeros”.
La familia era su objetivo
La historia de conflicto de la familia LeBarón
con los carteles mexicanos de la droga puede indicar que la familia era su objetivo, dijo a CNN el excanciller mexicano Jorge Castañeda.
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